Alertas – Salmo 119:145-152
Con todo el corazón clamo a ti, Señor;
respóndeme, y obedeceré tus decretos.
A ti clamo: «¡Sálvame!»
Quiero cumplir tus estatutos.
Muy de mañana me levanto a pedir ayuda;
en tus palabras he puesto mi esperanza.
En toda la noche no pego los ojos,
para meditar en tu promesa.
Conforme a tu gran amor, escucha mi voz;
conforme a tus juicios, Señor, dame vida.
Ya se acercan mis crueles perseguidores,
pero andan muy lejos de tu ley.
Tú, Señor, también estás cerca,
y todos tus mandamientos son verdad.
Desde hace mucho conozco tus estatutos,
los cuales estableciste para siempre.
Las palabras surgen a borbotones, las dudas y angustias se abalanzan sobre nosotros tras una noche oscura. Y también oramos por eso, Señor. También oramos movidos por esa angustia. Lo hacemos como quien pretende acallar este caudal de innumerables buenas razones para estar afligidos. Abrimos en nosotros un pequeño altar, donde en vez de serenidad, hay súplicas exigentes, confianzas temblorosas. Sabemos que solo tú puedes salvarnos, lo reconocemos con avidez. Reconocemos tu cercanía, sabemos que toda búsqueda nuestra está precedida por tu deseo de darte. Eso nos recuerda que tú eres Dios… y descansamos en saber que nosotros somos tus hijos.
Sugerencia:
Apóyate en tus manos y rodillas, dirige tu coxis y coronilla al cielo, luego hacia el piso, hazlo varias veces con lentitud. Ahora dirige la coronilla y el coxis a tu lado derecho, luego al izquierdo, hazlo varias veces, recuerda, lentamente… Ahora de izquierda a derecha pasando por el piso o el techo haz varios círculos.
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respóndeme, y obedeceré tus decretos.
A ti clamo: «¡Sálvame!»
Quiero cumplir tus estatutos.
Muy de mañana me levanto a pedir ayuda;
en tus palabras he puesto mi esperanza.
En toda la noche no pego los ojos,
para meditar en tu promesa.
Conforme a tu gran amor, escucha mi voz;
conforme a tus juicios, Señor, dame vida.
Ya se acercan mis crueles perseguidores,
pero andan muy lejos de tu ley.
Tú, Señor, también estás cerca,
y todos tus mandamientos son verdad.
Desde hace mucho conozco tus estatutos,
los cuales estableciste para siempre.
Las palabras surgen a borbotones, las dudas y angustias se abalanzan sobre nosotros tras una noche oscura. Y también oramos por eso, Señor. También oramos movidos por esa angustia. Lo hacemos como quien pretende acallar este caudal de innumerables buenas razones para estar afligidos. Abrimos en nosotros un pequeño altar, donde en vez de serenidad, hay súplicas exigentes, confianzas temblorosas. Sabemos que solo tú puedes salvarnos, lo reconocemos con avidez. Reconocemos tu cercanía, sabemos que toda búsqueda nuestra está precedida por tu deseo de darte. Eso nos recuerda que tú eres Dios… y descansamos en saber que nosotros somos tus hijos.
Sugerencia:
Apóyate en tus manos y rodillas, dirige tu coxis y coronilla al cielo, luego hacia el piso, hazlo varias veces con lentitud. Ahora dirige la coronilla y el coxis a tu lado derecho, luego al izquierdo, hazlo varias veces, recuerda, lentamente… Ahora de izquierda a derecha pasando por el piso o el techo haz varios círculos.
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Padre perdona nuestra falta de confianza en tu amor inagotable, te necesitamos en medio de nuestra oscuridad: danos vida...nuestra esperanza está en tí.
ResponderEliminarTe entregamos, Jesús, las inquietudes con las que afrontamos este día. Que podamos verte a ti, que podamos ver al prójimo.
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