Esperanza – Lucas 9:9-17
Cuando regresaron los apóstoles, le relataron a Jesús lo que habían hecho. Él se los llevó consigo y se retiraron solos a un pueblo llamado Betsaida, pero la gente se enteró y lo siguió. Él los recibió y les habló del reino de Dios. También sanó a los que lo necesitaban.
Al atardecer se le acercaron los doce y le dijeron:
—Despide a la gente, para que vaya a buscar alojamiento y comida en los campos y pueblos cercanos, pues donde estamos no hay nada.
—Denles ustedes mismos de comer —les dijo Jesús.
—No tenemos más que cinco panes y dos pescados, a menos que vayamos a comprar comida para toda esta gente —objetaron ellos, porque había allí unos cinco mil hombres.
Pero Jesús dijo a sus discípulos:
—Hagan que se sienten en grupos como de cincuenta cada uno.
Así lo hicieron los discípulos, y se sentaron todos. Entonces Jesús tomó los cinco panes y los dos pescados, y mirando al cielo, los bendijo. Luego los partió y se los dio a los discípulos para que se los repartieran a la gente. Todos comieron hasta quedar satisfechos, y de los pedazos que sobraron se recogieron doce canastas.
Abrimos los ojos y no vemos nada. Nos falta imaginación, que es otra forma de decir que nos falta fe. ¡Y sin embargo, tú nos dices: “denles ustedes mismos de comer”! Queremos ver con tus ojos. Pan de vida, ayúdanos a ver que cuando estamos contigo nunca estamos donde no hay nada.
Al atardecer se le acercaron los doce y le dijeron:
—Despide a la gente, para que vaya a buscar alojamiento y comida en los campos y pueblos cercanos, pues donde estamos no hay nada.
—Denles ustedes mismos de comer —les dijo Jesús.
—No tenemos más que cinco panes y dos pescados, a menos que vayamos a comprar comida para toda esta gente —objetaron ellos, porque había allí unos cinco mil hombres.
Pero Jesús dijo a sus discípulos:
—Hagan que se sienten en grupos como de cincuenta cada uno.
Así lo hicieron los discípulos, y se sentaron todos. Entonces Jesús tomó los cinco panes y los dos pescados, y mirando al cielo, los bendijo. Luego los partió y se los dio a los discípulos para que se los repartieran a la gente. Todos comieron hasta quedar satisfechos, y de los pedazos que sobraron se recogieron doce canastas.
Abrimos los ojos y no vemos nada. Nos falta imaginación, que es otra forma de decir que nos falta fe. ¡Y sin embargo, tú nos dices: “denles ustedes mismos de comer”! Queremos ver con tus ojos. Pan de vida, ayúdanos a ver que cuando estamos contigo nunca estamos donde no hay nada.
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